Tercer paso: establecer el diagnóstico
Con los datos obtenidos de todo lo anterior: historia clínica, exploración neurológica y pruebas complementarias, el neurólogo debe decidir tres cosas:
1) Si hay alguna otra enfermedad que pueda explicar los síntomas.
2) Si hay datos suficientes para que podamos diagnosticar una EM, y
3) En qué grado de probabilidad podemos establecer el diagnóstico de EM.
Para ayudarnos en los dos últimos puntos se han establecido unos criterios diagnósticos, que son los requisitos mínimos que deben cumplirse en un caso para que podamos diagnosticar la enfermedad. Los criterios diagnósticos nacen de un consenso de expertos y son útiles en todas aquellas enfermedades en las que no existe ninguna prueba complementaria que sea diagnóstica por si misma, como es el caso de la EM.
En la EM se han utilizado durante muchos años los criterios propuestos por Poser y otros autores en 1983; pero desde 2001 contamos con unos nuevos criterios diagnósticos (McDonald y colaboradores), que aportan respecto a los anteriores un mayor apoyo en la RM, de forma que sea posible establecer el diagnóstico con mayor seguridad en pacientes que no han sufrido más que un brote. Todo esto está encaminado a poder iniciar el tratamiento con mayor precocidad en aquellos pacientes considerados de alto riesgo, dado que en la actualidad hay datos que lo hacen aconsejable, como veremos en capítulos posteriores.
Fuente: Guía práctica sobre Esclerosis Múltiple publicado por AEDEM.